La mujer detrás del poeta: Vicenta Lorca
Seguramente algunos se hayan preguntado de dónde venía Federico García Lorca. Pero probablemente pocos se hayan dado cuenta de que detrás de él hay una mujer. En concreto Vicenta Lorca, su madre. Esto pasa muy a menudo, y es que nadie piensa en qué hay más allá de esa persona de cuyas obras disfrutamos. Spoiler: en la mayoría de las ocasiones son ellas quienes las inspiran y las alientan, las madres.
Fuente: ABC |
Vicenta Lorca fue una mujer trabajadora que nació en 1870 y que, a pesar de su compromiso con la enseñanza, decidió dejarlo todo para dedicarse, como la mayoría de las mujeres de su época y de otras posteriores, a su casa, a su marido y a sus hijos.
Cuando aún no había nacido, su padre falleció. Esto hizo que inevitablemente su vida estuviese ligada a la muerte desde que aún estaba en el vientre de su madre. Y ya nunca se despegó de ella. El posterior fallecimiento de su abuelo materno, con el que se criaba, volvió a provocar un revés en su vida al tener que ingresar en un colegio de monjas de su Granada natal. Esta etapa sin duda marcó su futuro. Vicenta se convirtió en profesora por vocación con apenas 22 años y se prometió a sí misma que su método de enseñanza sería diferente al que ella misma había recibido.
Tres años más tarde la muerte volvió a hacerle una visita. Su madre falleció.
Vicenta dejó la enseñanza, se casó con un viudo y tuvo cinco hijos: Federico, Luis, Francisco, Concha e Isabel. La muerte volvió una vez más: Luis falleció con dos años.
A pesar de todo, la infancia de los niños fue buena y como madre siempre se desvivió porque sus hijos tuvieran un futuro prometedor. Por ello, la educación fue para ella primordial y supo transmitir su amor por las palabras, especialmente a Federico.
Federico García Lorca heredó de su madre el mayor de los bienes: el arte y el poder de hacer con las palabras lo que él quisiera. Durante su estancia en Madrid, siempre tuvo el apoyo y la confianza de Vicenta. Ella sabía mejor y antes que nadie que su hijo podría conseguir lo que se proponía, y esperaba con anhelo cada carta del poeta, con la esperanza de que el estreno de una nueva obra le brindara el éxito que necesitaba para quedarse en la capital. Su padre, sin embargo, estaba desesperado por traerlo de vuelta. Como casi siempre ocurre, Vicenta actuaba de mediadora.
Los deseos de una de las míticas mujeres del 27 se cumplieron. Lorca finalmente triunfó. No obstante, lejos de tener un futuro fácil, todo se complicó con el comienzo de la Guerra Civil. Vicenta sabía a lo que su hijo se enfrentaba, e incluso le propuso en algún momento que se fuese al exilio. Federico no lo hizo. Por el contrario, volvió a casa, donde su familia –y él- pensaron que estaría más seguro.
Vicenta hizo todo lo que pudo por garantizar el bienestar de su familia durante toda su vida, pero ni así pudo evitar lo inevitable.
Volvió a visitarla la muerte y, una vez más, atacó de la peor forma que se puede atacar a una madre.
Tras el asesinato de Federico, la familia se exilió a Nueva York. Vicenta regresó a España junto a sus hijas 15 años más tarde, pero nunca volvió a pisar Granada. Vivió en Madrid una vida discreta y se reunió con la muerte por última vez en 1959.
Toda la historia de Vicenta Lorca se puede ver representada en la piel de Cristina Marcos en “Lorca, Vicenta”. El origen de la obra son las cartas que madre e hijo se intercambiaron y que se recogieron en el libro “Cartas de Vicenta Lorca a su hijo Federico”. José Bornás vio en ellas mucho más que una simple correspondencia y decidió crear este monólogo que nos permite conocer más en profundidad a una importante figura que sin pertenecer a la Generación del 27, forma parte de ella.
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